Así es la estructura de capital de la Pyme española

Ricardo Dávila Hidalgo
19 julio, 2017

Uno de los grandes debates abiertos en el campo de la economía financiera es el de la estructura óptima de capital. No se ha podido demostrar que exista una fórmula optimizada donde se indique cuál debería ser el ratio de endeudamiento de una empresa para maximizar su valor. Teorías, como la del Trade-Off, proponen que el punto de equilibrio se alcanza cuando los posibles costes de quiebra se ven compensados con los ahorros fiscales que una empresa consigue gracias al endeudamiento.

Pero, ¿por qué es importante realizar un análisis de la estructura financiera de nuestra empresa? En ocasiones, las empresas, en especial, las pymes, se centran en los objetivos empresariales (económicos) y no realizan una combinación de recursos financieros eficiente con estos objetivos, es decir, intentar conseguir una estructura de pasivo al menor coste y riesgo posibles, que permita un apalancamiento financiero positivo donde se maximice la rentabilidad de nuestros proyectos.

En nuestro país, el tejido empresarial está formado en un 99,88% por pymes, que si las clasificamos en sectores, cuatro de cada cinco empresas ejercen su actividad en el sector servicios y comercio, alrededor de un 6% en el sector de la industria y, en torno a un 12% en el sector de la construcción. Esta clasificación sectorial, junto al tamaño de las mismas, serán las claves para poder establecer una clasificación en relación a su estructura financiera.

La industria, los servicios de transporte y los servicios a empresas son los sectores de actividad que precisan de unas necesidades de financiación mayores. Si hablamos de tamaño, como es de esperar, nos encontramos con que los trabajadores autónomos o empresas sin asalariados, son los que precisan menor financiación. Sin embargo, las necesidades de financiación van aumentando conforme se incrementa el tamaño empresarial. Dentro de la actividad desarrollada por cada empresa, un dato curioso es que las pymes que innovan y las que exportan tienen un índice mayor de pasivos financieros que las que no llevan a cabo este tipo de actividades.

Para resolver sus necesidades de financiación, las pymes pueden acudir bien a obtener financiación ajena, o bien, fondos propios, como por ejemplo, realizar una ampliación de capital. Dos tercios de las pymes españolas optan por la financiación ajena, aunque la tendencia hace indicar que con el aumento de la facturación y la buena marcha alcanzada en general en todos los sectores en los dos últimos años, se está produciendo un aumento sustancial del peso de los recursos propios a la hora de cubrir las necesidades de financiación de este tipo de empresas.

En el gráfico anterior (Fuente: CESGAR), podemos ver como paulatinamente la recurrencia a fuentes de financiación ajena se ha reducido en más de diez puntos porcentuales en el último año y medio. Por ende, las pymes han optado por ampliar sus fondos propios para resolver sus necesidades de recursos financieros.

Si nos referimos a los distintos tipos de financiación ajena a la que acuden las pymes para obtener los fondos necesarios para acometer sus inversiones y resolver sus necesidades de circulante, alrededor de tres de cada cuatro empresas que necesitan financiación acuden a la fuente más clásica, la financiación bancaria. Sigue siendo clave para las pymes españolas, aunque su importancia va descendiendo progresivamente, dejando espacio para nuevas vías de financiación, como el crowdfounding, el crowdlending, las sociedades de garantía recíproca, los créditos estatales (ICO, por ejemplo) o el capital riesgo.

Para empresas de reducido tamaño, Carlos Chuliá durante la década de los 80 y 90, observó que la principal vía de financiación para ellas son los proveedores, como consecuencia de las restricciones que padecen a la hora de conseguir crédito de las cajas y bancos. Para paliar esta restricción de crédito que sufren muchas pequeñas empresas, si analizamos los balances de situación, podemos sacar conclusiones sobre el papel que juegan los créditos comerciales a la hora de obtener financiación por parte de estas sociedades. En la economía española, según el 10º Barómetro de Prácticas de Pago en el Mundo, realizado por Crédito y Caución e Iberinform, el 70% de las operaciones comerciales entre empresas de nuestro país se realizan con pago aplazado, frente al 63% en Europa o el 57% a nivel mundial, lo que nos lleva a confirmar la importancia que tiene esta forma de financiación para el sustento de nuestra economía.

En definitiva, podemos concluir subrayando que la estructura financiera de las pymes españolas va encaminada hacia unos modelos donde los ratios de endeudamiento son cada vez menores debido a la reinversión de beneficios que se están produciendo en los últimos años, así como a las dificultades que a menudo encuentran las pequeñas y medianas empresas para conseguir financiación ajena, en especial, de entidades bancarias. Por último, destacar el papel que la financiación interempresarial juega en la estructura financiera de nuestro país, así como las diferencias que podemos encontrar si observamos el tamaño y sector en el que operan las pymes.