La amenaza del COVID-19 es una realidad para nuestra salud. También para nuestra economía. Al igual que el virus se ha expandido por todo el planeta, el contagio económico se está produciendo a una velocidad de vértigo.
Hace apenas un par de semanas, no éramos aún conscientes del colapso sanitario al que nos iba a tocar enfrentarnos en España. Otras naciones, como China, Corea del Sur o Italia, ya se encontraban en una situación muy delicada. Sin embargo, a pesar de tener tan solo una decena de casos de Covid-19 positivos, nuestra economía ya empezaba a resentirse. Lo palpamos de primera mano. Uno de nuestros clientes ya veía peligrar su cadena de producción, por falta de una serie de suministros proveniente del gigante asiático. Otro, nos comentaba que le acababan de paralizar un proyecto en un país en Oriente Medio.
Revisando los principales índices bursátiles, como el IBEX-35, observamos que la mayoría de los valores han visto reducida su cotización en más de un 30%. Los que peor lo están pasando, sin lugar a duda, son aquellas compañías relacionadas con el turismo, como IAG o Meliá, con caídas superiores al 50% en las dos últimas semanas. Tampoco se están escapando los grandes bancos de la sangría, ni la mayor compañía en valor bursátil, Inditex. Su alta exposición al mercado chino hace que su valoración esté sufriendo un duro revés desde comienzos de 2020.
¿Se ve afectada la valoración de mi empresa por el COVID-19?
Seguramente sí. ¿Por qué? Os preguntaréis muchos. No vamos a intentar dar ninguna lección de valoración en este post, ni mucho menos asustar a nuestros lectores. Simplemente, vamos a utilizar como herramienta el método de descuento de flujos para tratar de responder a la pregunta.
Este método, que podéis ver en más detalles en la serie que publicamos en el blog, calcula el valor de una compañía como la suma de los flujos de caja libre estimados para los próximos años, actualizados a una tasa de descuento, que recoge el riesgo futuro. A esta cantidad, se le añade el valor residual actualizado.
Pongamos un ejemplo para analizar cómo está influyendo el COVID-19 en la estimación de los flujos de caja y la tasa de descuento.
Imaginemos una pyme dedicada a la fabricación de piezas por inyección de plástico en el sector de la automoción. Esta empresa realizó un informe de valoración hace unos meses y desea revisarlo.
- Flujos libres de caja. Para estimarlos, se parte de unas hipótesis para los próximos años. Además, se realiza un examen exhaustivo del histórico de la empresa, situación macroeconómica, análisis sectorial, se celebran varias reuniones con la propiedad y dirección, con el objetivo de revisar la estrategia y modelo de negocio, etc.
¿Qué ha cambiado con el COVID-19? Para empezar, muchos de sus clientes han parado sus fábricas: Ford, Volkswagen o Renault. Se traduce en menores ventas. Además, para no poner en riesgo a sus propios empleados han decidido parar la producción. Estimamos que esta situación se puede alargar durante 2 meses y medio.
No cabe duda de que las proyecciones de 2020 habrá que corregirlas. El flujo de caja disminuirá considerablemente debido a la caída de ventas y parada en la fabricación. Que el descalabro sea mayor o menor, dependerá de la flexibilidad de la estructura de costes, inversión y financiación de la compañía.
Vamos más allá. ¿Debemos revisar la proyección de 2021 en adelante? Sí. Es todavía difícil prever si la recuperación de esta crisis será en forma de “V” o, en cambio, será mucho más pausada. Recomendamos ser conservadores a la hora de realizar una valoración, o al menos, agregar un escenario extra más pesimista en nuestro análisis.
- Tasa de descuento: hay multitud de fórmulas para su cálculo. Normalmente utilizaremos el WACC o coste ponderado de la deuda y los recursos propios.
Cuando trabajamos con pymes, solemos modificar el modelo inicial del CAPM, a la hora de hallar el coste de los fondos propios. Incluimos una prima específica de riesgo para la empresa, donde tenemos en cuenta una serie de factores económicos. Alguno de estos tendrán una mayor incidencia (y, por tanto, riesgo) por el COVID-19. Al menos en el corto plazo. En nuestro caso, por ejemplo, la variabilidad en el resultado de explotación o el nivel de rotación.
En el caso de la financiación ajena, a pesar del impacto positivo que puedan tener algunas de las medidas gubernamentales, se espera que el acceso a la misma sea más complicado y, seguramente, a un coste mayor.
Ambos factores supondrán que la tasa de descuento aumente para nuestro cliente. Esto, unido a la corrección de las proyecciones de los flujos, hará que la estimación de valor disminuya.
En definitiva, el impacto del coronavirus es una realidad para nuestras pymes. Los flujos disminuirán y el riesgo aumentará. No obstante, nos encontramos en una situación de alta incertidumbre, donde es extremadamente complicado predecir si esta pérdida de valor será coyuntural o se alargará en el tiempo.
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